Dulce Juventud

Cuando somos niños anhelamos y esperamos crecer tan rápido, casi de un día para otro; ese afán de hacer lo mismo que los adultos, sin que nadie les diga nada y sin los límites que nos plantean en casa. Luego llega la juventud, esa etapa en la cual apenas empezamos a descubrirnos a plantearnos ideas, queriendo ser autónomos, etapa en la cual empezamos a ser y cuestionar lo que somos; tratando de encontrar nuestra identidad queriendo ser únicos y tan diferente de los demás, por eso el cabello largo, tan corto como pueda o de colores si tengo la posibilidad y no me lo quitan al día siguiente.
Edad de desafíos, conflictos e interrogantes, donde las hormonas hacen de las suyas y de pronto nos damos cuenta que estamos creciendo, que la vida de adultos no es como la habíamos imaginado. Empezamos a adquirir responsabilidades que cada vez aumentan un poco más, de repente ya cumpliste 18 años, ya eres un adulto “felicitaciones”…en que momento pasó todo, hace poco que jugabas en la calle descalzo, corrías tocando puertas y haciendo travesuras, tus padres se preocupaban más por ti y eso te molestaba, que si ya comiste, que si hiciste las tareas, te bañaste. A tu mami no la van a llamar de la universidad para decirle o darle quejas de tu comportamiento.
Ahora ya eres responsable de ti mismo, de tus actos, en ese mismo instante te preguntas ¿para qué quería crecer tan rápido?.
Vive cada etapa de la vida, disfruta, ríete a carcajadas, llora, experimenta de las cosas bonitas. Dejemos ser niños a los niños; en los jóvenes generemos confianza para que puedan acudir a nosotros, seamos una guía, un camino, un pilar donde siempre puedan sostenerse para que vayan con más fuerza y motivación en la vida.
Deicy pilcue.